Estos quarks, según dicho modelo, son solamente seis:
- u (up o arriba)
- d (down o abajo)
- c (charm o encanto)
- s (strange o extraño)
- t (top o cima)
- b (bottom o fondo)
Con sus respectivas antipartículas (antiquarks). Poseen carga eléctrica fraccionaria, espín de 1/2 (esto es, giran en sentido horario) y antipartículas (como ya mencioné) con carga y demás características opuestas. Pueden combinarse de manera distinta para formar las diversas partículas subatómicas existentes y conocidas; para dar un ejemplo, un protón está formado por dos quarks up y uno down.
El modelo de quarks fue creado para tratar de explicar la estructura interna de los hadrones obtenidos en los aceleradores de partículas a través de la colisión inelástica entre sí de otras partículas, como los electrones, protones y neutrones. Tiempo más adelante, y de la misma manera, se demostró experimentalmente su existencia, lo que permitió validar exitosamente dicha hipótesis. Este modelo de quarks, conocido ahora como modelo estándar, es el aceptado y usado hasta el momento por los físicos de partículas en sus investigaciones. [1]
Junto a los leptones, los quarks forman prácticamente toda la materia de la que estamos rodeados. En concreto la constituyen los quarks up y quarks down ya que forman los protones y neutrones los cuales, a su vez, forman los núcleos atómicos.
El modelo atómico de Rutherford establecía que el átomo no es indivisible, sino que consta de un núcleo central con carga eléctrica positiva y de una nube de electrones que giran a su alrededor. El núcleo atómico está formado por protones y neutrones. Estas 3 partículas elementales (protones, neutrones y electrones) pasaron a 4, cuando en la década de 1930 aparecieron, de forma indirecta, los neutrinos.
A mediados de la década de 1960 había un cierto consenso en que el protón poseía un tamaño aproximado de 10–15 m con una distribución suave de carga eléctrica positiva en su interior.
Entre 1967 y 1973, se realizaron una serie de experimentos, en el acelerador lineal de partículas de Stanford (SLAC), con el objetivo de estudiar la dispersión electrón-protón y ver la distribución de carga en el protón. En el SLAC, las partículas aceleradas pueden alcanzar energías de hasta 50 GeV, suficiente para que puedan traspasar nucleones (protones y neutrones).
El análisis teórico de las colisiones inelásticas consideran varias hipótesis para explicar la función de forma de la dispersión resultante de las colisiones. Una de ellas, es considerar que un protón está compuesto por partículas puntuales cargadas y con espín 1/2. Al analizar los datos experimentales, se comprobó que tal hipótesis era la adecuada. Este descubrimiento les mereció el premio Nobel de Física de 1990 a Taylor, Kendall y Friedmann, líderes de los experimentos en el SLAC. [2]